“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer .. y los bendijo Dios y les señaló: fructifiquen y multiplíquense; llene la Tierra…” Gen I, 27
Hace tiempo andando en un bus interurbano, de esos que se llenan temprano, no muy bien cuidado y con algunos pequeños grafitis dibujados, vi un chiste pegado en el espejo retrovisor del chofer que decía: ”Bienaventurado Adán porque no tuvo suegra”.
En verdad me produjo risa y creo que desde hace mucho tiempo que los humoristas de todo el mundo se han especializado en hacer bromas sobre las suegras.
Ahora, pensando un poco en las narraciones bíblicas escritas sobre el origen del hombre, Adán, Eva y sus primeros hijos, bien sabemos que corresponden a tradiciones sumerias muy antiguas (utilizadas por los escritores bíblicos inspirados) con elementos metafóricos, pero que en lo profundo, narran verdades y principios divinos. Entonces si Adán parecía un australopitecus o un hombre bien atractivo, con aspecto de galán de cine, como lo reflejan los dibujos de textos infantiles, no importa, ya que la semejanza que éste tiene con Dios está en sus sentimientos, inteligencia, alma, emociones y capacidad de amar. Por ello, para que la imagen de Dios sea completa y se complemente al hombre, es que Dios hizo a la mujer.
Así cuando un nuevo ser nace y llega a este mundo lo primero que siente es el amor de mamá y papá desarrollado por cada uno según su género, reflejando así el amor de Dios por nosotros.
Adán no tuvo suegra, vuelvo al chiste y conociendo algunos casos diría que en verdad tuvo suerte. Pero poniéndonos serios de nuevo, Adán sí tuvo directa relación con el Padre-Dios en el huerto del Edén. Ahora bien, Dios creó a la pareja y los hijos, creó a la familia, que aunque a veces no es ideal ni perfecta, es en donde el amor de Dios comienza a manifestarse a la humanidad.
Todo el mundo reconoce que la familia es el núcleo de la sociedad y si ella anda bien, la sociedad y los países andan bien, pero si la familia anda mal, la sociedad anda mal. Por eso es que debemos cuidar nuestras familias.
Si tú piensas que hay asuntos familiares que deben mejorar en tu alrededor, es ahora cuando puedes pedir a Dios que te ayude, si por el contrario consideras que tu familia está bien, aunque no es perfecta, debes dar gracias a Dios y pedir que siga cuidándola.
Lee de nuevo el versículo del comienzo y oremos por nuestras familias antes de comenzar este día.