“Mirad cuan bueno es habitar los hermanos juntos en armonía” Sal 132,1
Hace algunos años estuve haciendo clases privadas a Antonio, un muchacho de 7º grado de primaria con el fin de que mejorara sus notas. Cada semana estudiábamos juntos y yo le pedía que llevara a casa sus cuadernos y libros para trabajar. Al principio olvidaba cada vez que teníamos nuestra sesión y dejaba los materiales en el colegio. Entonces pedí a su hermano mayor, Mauricio que iba en 3º grado de secundaria que le recordara en el colegio durante el día para que no olvidara su compromiso. Mauricio me miró y dijo: “No profe. No le voy a recordar nada. Esa es responsabilidad de Antonio.” Al principio me pareció “mala onda” o mejor dicho una actitud algo egoísta, incluso me extrañó que no aceptara mi petición….”si es para ayudar a su propio hermano”, pensé.
Al final el Antonio entendió que era su trabajo, su hermano no participó de la ayuda requerida y yo aprendí que en el fondo Mauricio hizo lo correcto. Dejar que se responsabilizara por sí solo era una forma de demostrar cariño y preocupación. Si el mayor lo ayudaba como pedí, el menor nunca iba a asumir su responsabilidad y crecer en este aspecto.
A veces tenemos la tendencia a pensar que la preocupación por los estudios o lo que sea es sólo tarea de los padres, pero entre hermanos también puede haber instancias de ayuda. En otra ocasión durante un debate en una clase, una muchacha muy simpática, dijo “Pero si es mi hermana, es nuestro deber llevarnos mal”, provocando risas entre los demás compañeros del grupo. Es cierto que hay casos de hermanos que no se prestan mucha atención o no son grandes amigos, pero eso no quiere decir que no se quieran y que deban a veces ayudarse mutuamente.
Por otro lado los padres muchas veces piden ayuda a sus hijos mayores para cuidar a los más pequeños, especialmente en familias donde papá y mamá trabajan fuera de casa todo el día dando una gran responsabilidad, sin embargo ayudar a los más pequeños genera al largo plazo una relación que fortalece a la familia.
¿Cuántas veces hemos visto historias de hermanos distanciados y peleados que pronto se encuentran y lloran en el abrazo que no se daban en años?… ¿Cuál es la fuerza que provoca tal cosa?….. simplemente ser hermanos, llevar la misma sangre y haber vivido tantas cosas que nunca se olvidan.
La familia tal como lo ha dispuesto Dios, incluye a los hermanos y buscar la mejor convivencia fortalece al grupo completo. ¿Has pensado en que uno escoge a los amigos, pero no puede escoger a los hermanos?, sin embargo un hermano o hermana puede llegar a ser un gran amigo o amiga.
Piensa que Jesús mismo se nos presenta como un hermano mayor, siempre dispuesto a estar a nuestro lado. ¿Qué tal si esta semana hacemos el intento de sorprender a nuestro hermano o hermana y buscamos en qué ayudarle?.